Preparar, presentar y practicar, son las etapas que la metodología Kodály indica para el proceso de enseñanza-aprendizaje de cualquier elemento del lenguaje musical.
Hemos platicado sobre el pulso, sobre su importancia; sobre cómo identificarlo, cómo prepararlo y cómo presentarlo para lograr afirmar y establecer este aspecto del ritmo.
La etapa de la práctica será permanente y por ello, te compartiré una actividad que podrás trabajar al introducir o fortalecer el aprendizaje del pulso.
Consiste en asociar el sonido al movimiento y el silencio a la inmovilidad. Es muy sencillo: cuando hay música, hay movimiento, cuando se detiene la música, hay que parar.
Mientras la escuchamos debemos seguir el pulso pudiendo hacerlo de diferentes maneras:
Al principiar o para los más pequeñitos:
Utilizar melodías cortas o fragmentos de piezas musicales donde el pulso sea muy claro y preciso para identificar.
a) Simplemente colocarse en un punto fijo, cuando escuchen la música, primero seguir el pulso sólo con las palmas, mantener las manos completamente quietas al detenerse la música. Tanto si se estuviera utilizando una grabación, como si se estuviera acompañando con un instrumento musical, hacer las pausas una vez terminada una frase o motivo y continuar hasta terminar la melodía, esto con la finalidad de apoyar la audición y percepción clara de los fragmentos, respetando los espacios que las mismas ofrecen y apoyar indirectamente la formación melódica y armónica en el alumno.
b) En una siguiente vez, hacerlo con los pies, sin desplazarse.
c) Continuar haciéndolo en un punto fijo con las palmas, con los pies o alternadamente entre estos. Puede repetirse la misma actividad y melodía hasta en tres ocasiones en una misma sesión, no más para no saturar el oído y la atención del alumno.
La finalidad de hacerlo así es buscar centrar su atención únicamente en identificar y seguir el pulso. A los niños muy pequeños (2 a 3 años) les implica una gran atención realizar movimientos simultáneos entre ambos miembros -pies o manos-, por ello, es necesario ir graduando la demanda en cada actividad. Con los mayores (4 años en adelante) la intención será esencialmente para cuidar la precisión en la ejecución.
Una vez que logren hacerlo de manera más consistente o bien, haberlo practicado una o dos veces consecutivas de la manera anterior, puede incluirse el movimiento:
d) Asociar el sonido al movimiento, desplazándose por todo el espacio y detenerse al pausar la música. Esto le dará una variante de estímulo sin cambiar la actividad y agregando a su vez un nuevo reto a la actividad.
e) Puede dejarse la tercera repetición para incluir algún instrumento de percusión, que podrían ser, en un principio, claves o tambor por el sonido claro y corto que se produce con ellos.
También puede considerarse utilizar una canción, de modo que mientras la cantan lleven el pulso, lo que aumentará mayormente la necesidad de llevar el pulso de una sola manera, ya sea con las palmas o con los pies. Cantar y llevar el pulso es una actividad compleja para niños muy pequeños (2 a 3 años), esta habilidad se va desarrollando o siendo posible conforme van creciendo y avanzan en su coordinación motora.
Es importante, mientras se encuentren introduciendo el pulso de la música o bien, estén en etapas tempranas del aprendizaje de la música, el que se utilice siempre, en algún momento de la clase, una actividad de este tipo, ya que el pulso es el elemento de mayor importancia rítmica y por consiguiente musical.
Te invito a probar estas sugerencias y compartir tus experiencias, nos dará mucho gusto saber si fueron útiles para tí y tus alumnos.
¡Hasta la próxima!
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